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Si hay un caso extraño de piloto que esté ocupando una moto en la categoría reina es el de Karel Abraham. El dorsal 17 de la parrilla no ha hecho mérito alguno (conocido) para permanecer una temporada más entre los grandes.
Si la cámara le enfoca es o porque se ha caído o porque se ha salido de la pista. Nunca ha hecho un podio, es raro que acabe una carrera y cuando lo hace suele ser entre los primeros (por la parte de atrás claro).
Este domingo no estará en Sachsenring. El pasado fin de semana se cayó (¡qué extraño!) en Assen y tiene problemas en los huesos de una mano. Y entonces uno se pregunta: ¿alguien lo va a echar de menos? No.
¿Qué hace Karel Abraham corriendo en Moto GP? El ridículo. Ya hace varios años descubrí la razón de su “enchufe” para estar codeándose con los grandes y entonces entendí que el tiene padrino (padre en este caso) se bautiza.
Más incomprensible aún es que si su progenitor es propietario del trazado de la República Checa tenga un hijo incapaz de casi mantener en pie una moto y que no le invite amablemente a que se quede en su casa y deje el puesto para otro piloto que tenga el talento de que él carece.
En el GP de Alemania se desconoce aún quién ocupará su plaza, pero seguro que logra una posición más digna que la de Abraham aunque corra con una venda en los ojos.