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Ha sido la Audiencia Territorial de Munich la que ha puesto al dueño y señor de la F1 contra las cuerdas. Algo que parecía imposible, pues Bernie Ecclestone es de esas personas que piensan (y parte de razón no le falta) que con dinero se arregla todo. Pero con los alemanes ese lema que ha marcado gran parte de su vida no le ha valido y a los 83 años se tendrá que sentar en el banquillo acusado de soborno.
Con una fortuna incalculable, amasada a base de contratos tan “sustanciosos” como el que hizo en Valencia con el GP de Europa, el magnate de las cuatro ruedas se ha permitido ciertos caprichos que rozan en lo excéntrico.
Así, se gastó 66 millones de euros en una casa para su hija pequeña, Tamara, que junto con su hermana Petra llevan una ajetreada vida de yates, fiestas, viajes y otras estresantes actividades.
A pesar de su edad (tiene 83 años), y con una fortuna que ronda los 3.000 millones de euros, Ecclestone sigue obsesionado con el dinero.
Después de dos matrimonios fracasados, y de sufrir las humillaciones de la madre de sus dos hijas menores, Slavica Malic, a la que pagó 650 millones de euros por el divorcio, ahora comparte su vida sentimental con una treintañera brasileña en una mansión en el exclusivo barrio londinense de Chelsea.
Fue precisamente allí donde un ladrón entró para robarle y darle una paliza. Desde entonces nada más se supo de aquel hombre que osó invadir su intimidad de aquella manera.
Ahora su futuro pasa por una decisión judicial, aunque conociendo su ambición será difícil dejar de ver esa ya inconfundible melena blanca por el paddock.