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Parada obligada cuando se viaja al GP de San Marino es la visita a ‘La Galería del Sic’, el museo donde se guardan todos los recuerdos de la gloriosa trayectoria profesional del inolvidable Marco Simoncelli.
La llegada a Coriano, el pueblo que le vio nacer, y donde se encuentra el edificio, se realiza, como no podía ser de otra manera, en el autobús con el número 58, ese que él paseó por todos los circuitos del mundo, y con el que se proclamó campeón de 250cc en el 2008.
Desde la entrada al pequeño municipio italiano, los recuerdos al corredor no cesan en casas, establecimientos y calles. El bus para en una coqueta plaza, donde el visitante se encuentra en primer lugar la iglesia donde se celebró su funeral el 27 de octubre de 2011.
Unos pocos metros más abajo, el museo. Una gran tienda de recuerdos, en las que se pueden adquirir ‘souvenirs’ para todos los bolsillos, que van desde cascos de motorista hasta llaveros, da acceso a las escaleras que llevan a las tres salas donde se exponen las mejores piezas de una colección única.
Antes de entrar, una cuidada selección de fotos para homenajear al hombre, al corredor, al amigo… a Supersic. En la recepción un enorme 58 preside la primera de las tres salas, junto con una simpática foto de Marco con un gorro de Santa Claus con coletas blancas y su infinita sonrisa.
Desde allí ya se puede intuir el cúmulo de emociones que guardan esas paredes. La primera de las dependencias guarda cual tesoro la inolvidable Gilera, la moto que dio la gloria al italiano en 2008.
El mono, el casco, el cartel que su equipo le dedicó para celebrar el título… Auténticas joyas que tantos y tantos recuerdos traen a sus seguidores. Un vídeo en una pantalla gigante rememora una y otra vez aquella carrera en Sepang.
Las minimotos con las que dio sus primeros pasos, con las más tiernas imágenes de su infancia sobre ruedas hacen de este esio un rincón entrañable, donde además se conserva otro de las estrellas de la colección: la moto con la que compitió en el Mundial de Superbikes.
Tras atravesar de nuevo la recepción, se llega al espacio dedicado a su paso por MotoGP. Presidiendo la dependencia está una réplica exacta del box con la Honda Gresini roja y blanca que tantos buenos momentos dio al piloto italiano (sin olvidar algún que otro quebradero de cabeza por su ambición y talento para pilotar).
También allí hay un mono, el casco con el tigre que hoy pasean con orgullo moteros de todo el mundo, y cientos de pequeños y grandes momentos del Sic.
Botas rozadas en los asfaltos de los mejores trazados del mundo, trofeos, medallas y hasta la gorra de Bridgestone que se puso para celebrar el que sería el último podio de su vida: el que firmó en Australia una semana antes de la fatídica caída de Malasia.
Un libro de firmas permite al visitante plasmar todas sus emociones al salir de ella.
Y como Supersic era, ante todo, un hombre alegre, el descenso hacia la tienda o la calle se hace entre decenas de viñetas que recogen con humor algunas de sus sonadas polémicas y también muchos de los buenos momentos que dejó sobre su moto.
Unos momentos que reviven en el corazón de sus seguidores gracias a esta maravillosa galería que han convertido en eterno al mito, a la leyenda…a Marco Simoncelli. Eres eterno 58.
(Una última recomendación. No olvidéis visitar San Marino en este viaje. Os enamorará)