La carrera de Texas será inolvidable para algunos pilotos. Márquez siguió sumando récords en Austin, Lorenzo recuperó sensaciones sobre su Yamaha y algunos puntos en el campeonato, y Iannone, por ejemplo, terminó la prueba después de cinco ceros consecutivos.
Pero el gesto más alabado de esa accidentada jornada de motociclismo tiene nombre propio: Dani Pedrosa. El piloto de Honda se fue al suelo en una acción que realmente era inevitable, y de camino se llevó puesta la Ducati de Dovizioso, que de nuevo veía frustradas sus posibilidades de estar arriba.
A pesar de lo inesperado y lo violento de la acción, no hubo reproches, malos gestos, violencia. Todo lo contrario. Pedrosa salió corriendo hacia su compañero para comprobar que estaba bien. Se puso de rodillas para interesarse por el estado del italiano y, lo más importante, para pedirle disculpas.
Y es que después del incidente de Sepang, disculpa es una palabra que parecía haber desaparecido del vocabulario de MotoGP, donde ahora se ‘estilan’ más las descalificaciones, las ironías o, simplemente, la indiferencia.
Vamos, que el motociclismo había dejado de ser ese deporte de riesgo, con miles de seguidores que sólo aplaudían las victorias de sus pilotos, para convertirse en una especie de ‘paripé’ en la que la grada saltaba cuando ‘el enemigo’ caía y los pitos sonaban al unísono que los himnos de los ganadores.
Una vez en el box, Pedrosa salió de nuevo hacia el de Ducati para reiterar a un desolado Dovizioso, que en la carrera de Qatar fue arrollado de forma violenta por Iannone a dos curvas de cruzar la línea de meta. A pesar del resquemor de algunos mecánicos de la casa de Borno Panigale al verle entrar, el español se fue abriendo hueco hasta llegar al asiento donde descansaba el piloto.
De nuevo arrodillado, de nuevo pidiendo perdón, de nuevo recordando que este es un deporte donde los 22 mejores pilotos del mundo se juegan la vida cada día. De nuevo reivindicando que esto no es ningún circo. Que aquí lo importante es vencer, lógicamente, pero también terminar. Y si ocurre un lance de carrera, hay que saber perdonar.
De nada sirve ir acumulando rencores, generar mala sangre y contagiar ese espíritu negativo a las gradas. El motociclismo es un deporte grande. De él han salido muchos corredores que se han convertido en auténticos mitos, ejemplos para grandes y pequeños, ejemplos a seguir…
Y, desde luego, MotoGP últimamente era de todo menos un ejemplo a seguir, especialmente cuando llegaban las ruedas de prensas y la hora de hacer declaraciones.
Tuvo que suceder este desafortunado incidente, por suerte sin graves consecuencias, para que la gente se diera cuenta que detrás del piloto, cuando se quita el mono, hay personas, con sentimientos, con ganas de que este deporte siga conservando su esencia de grandeza.
Por todo estos, por la emoción que nos hiciste sentir, por no tener miedo a pedir perdón (que no quita puntos en el ránking de personalidad, sino todo lo contrario), por ese gesto que engrandece a los campeones, sólo podemos decir: ¡Gracias, Dani!