Después de que Rossi y Lorenzo ya hayan decidido su futuro para 2017, ahora le toca el turno a Maverick Viñales. La confirmación de que el balear se marcha a Ducati, ha obligado a adelantar una decisión que el de Roses no va a tardar en hacer pública.
Probablemente antes de que llegue Le Mans, en un plazo máximo de dos semanas, sabremos si Viñales optará por la continuidad con Suzuki o se marchará a Yamaha.
Por lo que se cuenta en los corrillos de MotoGP, Suzuki está jugando sus cartas ofreciendo al español una importante cantidad económica y mejoras en el desarrollo de su moto que le permitan estar más arriba, luchando por la victoria junto a los cuatro magníficos.
Y es que ganar en la categoría reina es uno de sus retos pendientes. La cara al llegar al box en Jerez, donde terminó sexto, y además por detrás de su compañero de equipo, Aleix Espargaró, daba a entender que eso no es lo que quiere Viñales.
Pero no lo quiere porque, tal y como se vio en los test de pretemporada y en algunos entrenamientos de este campeonato, Maverick tiene el talento y la raza para estar codeándose con los más grandes.
Si bien es cierto que fue Suzuki quien apostó por él para subir a la categoría reina, ahora toca mirar por el futuro. Y, de momento, la casa nipona no parece poder saciar el hambre de triunfo que tiene Viñales.
Todo lo contrario que le sucede cuando gira la vista hacia Yamaha. Ahí está la moto con la que sueñan casi todos los pilotos: fiable, rápida y ganadora.
La oferta económica, aunque la cifra es un enigma por resolver, no tendría nada que ver con la de Suzuki. Pero con 21 años la ambición pesa más que el dinero. Y son sólo unos cuantos privilegiados los que tienen la posibilidad de compartir garaje con un nueve veces campeón del mundo como Valentino Rossi, con el que, además, ha encontrado una especial afinidad este año.
En Suzuki, Davide Brivio ya ha dejado leer entre líneas que Maverick no va a estar el próximo año con ellos, pero falta la confirmación oficial. ¿Presente o futuro? Esa es la cuestión.