Reportaje gráfico by redbullxfighters.com/ blogenboxes
Si hay una palabra que defina una noche de X-Figthers es magia. Desde que saltan al ruedo a saludar al público hasta que la puerta grande transcurren casi dos horas en la que la conexión entre los tendidos y los pilotos es total. Entrega mutua y recíproca en un espectáculo con más de 23.000 personas jaleando cada salto y ondeando sus pañuelos rojos.
En esta edición se conmemoraban los 15 años del mayor ‘show’ del motocross freestyle y Red Bull quiso celebrarlo haciendo realidad el sueño de algunos de los fans más incondicionales. Un concurso para elegir a diez ‘superfanáticos’ viviendo muy de cerca todo lo que sucedió en ese día de San Juan como sanfermineros.
Aunque ya habíamos tenido oportunidad de presenciar en vivo la actuación de estos grandes del motociclismo, quisimos probar suerte. La idea de vestirnos de blanco, enfundarnos el fajín rojo y colgarnos el pañuelico para hacer el paseíllo con los riders y dar después la vuelta al ruedo era más que apetecible, como aficionadas y como periodistas.
Una semana antes del gran día nos comunicaban que habíamos sido unas de las afortunadas. Empezaba una aventura, un reto personal que nunca podremos olvidar.
A las cinco en punto de la tarde (hora taurina por excelencia) estábamos convocados en la plaza de Las Ventas. Era el momento de cambiar la ropa de calle por el traje de San Fermín e iniciar una larga y emocionante andadura que nos llevaría hasta bien pasadas las 12 de la noche.
Primero había que tantear el terreno sobre el que nos moveríamos. Visita a la puerta grande, donde sólo un par de horas después dábamos la bienvenida a los miles de seguidores que llegaron desde todos los puntos del planeta para esta cita única.
Después, tocaba conocer el patio de cuadrillas, que por unas horas se convierte en guardián de las joyas de la corona: las motos con las que por la noche 12 pilotos (que en ese momento descansaban y se preparaban mentalmente para darlo todo) harán realidad aquellos trucos que parecen imposibles.
Resguardadas del sol de justicia que a esas horas caía sobre el albero venteño, aguardaban su momento bajo unas sombrillas. Las pulsaciones de los ‘sanfermineros’ iban creciendo al sentirse tan cerca de las grandes protagonistas del espectáculo y de uno de los mitos de esta especialidad, Edgar Torronteras, que nos dio una cálida bienvenida en este día único para todos nosotros.
Pero la organización todavía tenía más sorpresas guardadas para aquellos que anhelábamos que llegara la hora de hacer nuestro debut en el coso madrileño. Dejamos las motos para trasladarnos al interior de la plaza. Todo, hasta el último detalle, cuidado al máximo. No hay margen de error. Allí estaban las rampas y el escenario donde íbamos a recibir nuestra alternativa.
Antes del doctorado, nueva visita a boxes. Ahora sí. Allí estaban todos, los que minutos después se convertirían, como se dice en el argot taurino, en padrinos y testigos de nuestro debut. Hora de hacerse fotos y pedir autógrafos. No en vano estábamos delante de esos ídolos a los que veneramos desde hace años. Y sí; son de carne y hueso, aunque cuando inician esos vuelos de vértigo parezcan de otro planeta.
Se iba acercando la hora. Pero antes teníamos una misión muy importante como ‘anfitriones’ de lujo de los X-Fighters: repartir los pañuelos y el periódico para hacer partícipes a los espectadores que poco a poco iban llenando las gradas. En sus rostros se reflejaba la emoción. Sabían, como nosotros, que se acercaba el mágico momento.
Acabada esta tarea, reunión con los sanfermineros más veteranos. Aquí tampoco puede fallar nada. Son apenas tres minutos los que íbamos a correr delante de las motos, pero los novatos recibíamos las instrucciones pertinentes. La hora se acercaba y los nervios crecían.
Aunque nada comparable a cuando en el ruedo se dio el chupinazo y llegó la hora de la verdad. En túnel de cuadrillas comenzó un ruido (leáse también música celestial) de motores arrancados y primeros acelerones.
Tres, dos, uno… ¡A correr! Y así lo hicimos. Corrimos delante de esos ‘toros bravos’ sobre ruedas, que juguetean en el ruedo y se acercan a milímetros del cuerpo. Una locura indescriptible, una descarga de adrenalina difícil de repetir… Una sensación extraña y hermosa. El sueño se había hecho realidad.
Estábamos compartiendo ruedo con los más grandes. Con esos que cada año nos han hecho vibrar desde el tendido, que nos han dejado afónicos de corear sus nombres, que nos han permitido soñar con saltos imposibles y que sólo minutos después empezarían su particular lucha por el ser el mejor de 2016.
En el tendido ya, vivimos con tristeza la eliminación de Dani Torres en la primera ronda, y celebramos que Maikel Melero se hiciera aún más grande y le plantara cara al mismísimo Josh Sheehan, exultante tras su reciente éxito en los X-Games de Austin.
Finalmente los dos españoles se quedaron fuera de la final, para decepción de los cientos de personas que les jaleaban desde el tendido, pero allí estaban, además de Sheehan, los dos últimos ganadores del campeonato: Tom Pagés (que buscaba hacer historia con su cuarta victoria consecutiva) y Clinton Moore, buscando la primera en Madrid.
Y como esto son los X-Fighters con los tres fantásticos ‘riders’ llegó el delirio. No se dejaron ni un solo truco en la recámara. Pusieron el cuerpo y el alma en cada salto, aunque quizá el más celebrado fuera el ‘front flip’ que estrenaba el francés, y que el día antes le costó dos duras caídas sin consecuencias.
Entrega total y recíproca entre pilotos y aficionados, que a través de las redes sociales pudieron aportar su granito de arena a la decisión final del jurado, quien decidió que, una vez más, Pagés era el mejor.
Final apoteósico con fuegos artificiales, ceremonia del cava y una gloriosa vuelta al ruedo, en la que volvimos a sentirnos protagonistas del espectáculo, acompañando a los más grandes para atravesar la puerta grande de los triunfadores, la que sólo unos pocos privilegiados sobre dos ruedas han cruzado en volandas.
El sueño de estos diez ‘locos’ de los X-Fighters se cumplió y la magia volvió a llenar una vez más la plaza de toros de Madrid. Ahora toca seguir soñando. Sólo quedan 12 meses para vuelvan. ¡Gracias Red Bull X-Fighters!