Casi 5 años después del fatal accidente que le costó la vida, llega el momento oficial de despedir a Marco Simoncelli. Será en Misano, el circuito que desde 2012 lleva su nombre, y horas antes de que San Marino empiece la fiesta del motociclismo.
MotoGP borrará siempre el dorsal 58, ese que Supersic lució con orgullo por todos los trazados del Mundial, y con el que llegó a conquistar el título de 250 en 2008, precisamente en Sepang, donde murió el hombre y nació la leyenda.
Será un acto previo a los entrenamientos de San Marino, un momento cargado de emotividad. El ‘adiós’ definitivo a un número que sólo horas después llenará las gradas de la pista italiana.
Nadie podrá volver a utilizar ese dorsal que Marco paseó con orgullo allá donde iba. Pasará a engrosar la lista ‘maldita’ de los que se dejaron la vida luchando por un sueño. El sueño eterno.
Porque aunque el 58 desaparezca, su recuerdo permanece vivo entre los aficionados. También entre sus amigos (Valentino Rossi lo lleva de forma permanente en cada uno de sus cascos) y en pilotos de otras categorías, caso de Juanfran Guevara en Moto3 o Eugene Laverty cuando competía en Superbikes (volverá en 2017).
Aunque si hay un corredor que lo hizo eterno, ése fue Loris Capirossi. En su última carrera (cosas del destino con una Pramac, que ahora empieza de despuntar que con Petrucci y Redding), el gran ‘Capi’ dejó el 65 con el que tanta gloria alcanzó en sus años en activo, para lucir en su moto, en Valencia, el 58 como homenaje al compañero, al amigo, al piloto que soñó con la gloria, pero con sólo 24 años decía adiós a una trayectoria tan controvertida como prometedora.
Ya sabes, Marco, que esto no es un adiós. Es un hasta pronto, amigo, porque solamente mueren aquellos que caen en el olvido; y nosotros te llevamos siempre en nuestro corazón. Seguramente que en Misano, en unas horas, caiga una lágrima del cielo. En la tierra somos muchos los que lloramos recordando a nuestro campeón. ¡Hasta pronto!