La carrera de Sepang será recordada por una imagen que ninguno de los aficionados al motociclismo hubiera deseado ver. La ‘patada’ de Valentino Rossi a Marc Márquez cuando el de Repsol Honda pilotaba con ‘un nivel de agresividad’ que ni Dirección de Carrera comparte. El de Cervera probó los límites del italiano y los encontró. Ahora, el líder del Mundial de MotoGP partirá en Valencia desde la última posición, y sus posibilidades de alzarse con el título se reducen en favor de Jorge Lorenzo.
Pero esta patada tiene un significado que va más allá del simple golpe antideportivo. Esto es el final de una relación de ‘amistad’ entre dos pilotos, quizás en favor de un tercero con el que jamás tuvo ‘feeling’ hasta que empezó la auténtica batalla final del campeonato. Sólo cabe esperar que en Cheste la historia se escriba en la pista y no en los despachos.
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