Cantaba Carlos Gardel que 20 años no es nada, que es un soplo la vida. Y así, como un soplo de aire fresco, en 1996 un joven piloto italiano disputaba su primera carrera en el Mundial.
Pocos de los que presenciaban aquella prueba en el viejo circuito malasio de Shah Alam podían imaginar que estaban ante uno de los corredores más grandes de todos los tiempos.
Rossi, que había heredado el amor a las motos de su padre, Graziano, terminó sexto. Un discreto resultado para el que sólo un año después conquistaría su primer título mundial, inaugurando un palmarés de récords en todos las categorías por las que fue pasando.
Su carisma, su talento y forma de pilotar le convirtieron en pocos años en un auténtico fenómeno de masas. Y no sólo en Italia, sino por todo el mundo. Las gradas de los circuitos comenzaron a teñirse de color amarillo y el 46 pasó de ser un número más a un auténtico ‘icono’ rossista.
20 años después Valentino, a secas, llega a Argentina, la tierra del tango, la del ’20 años no es nada’ que Gardel hizo universal. Como universal es el italiano. Patrimonio de la Humanidad para muchos, a pesar de que el incidente de Sepang con Márquez salpicara un currículo impoluto en un deportista que se nos antoja único, irrepetible.
Sólo él ha conseguido que un pequeño pueblo como Tavullia, en el que creció y donde vive actualmente, sea un auténtico santuario motero. Sólo él ha conseguido hacer un auténtico imperio entorno a su figura.
Y pese a quien pese, Valentino Rossi, con 37 años, ha decidido seguir dos más en activo. Hace quince días le daba el ‘sí quiero’ a Yamaha, la casa con la que ha logrado sus mayores éxitos.
En sólo unas horas ‘Il dottore’ volverá a subirse a la moto. Tiene una asignatura pendiente: ganar el décimo título, aquel que rozó con los dedos hasta la carrera de Malasia, un país donde comenzó a forjarse la leyenda, pero con recuerdos agridulces, porque allí perdió la vida su mejor amigo, su compañero de fatigas: Marco Simoncelli.
Un mazazo del destino que, lejos de alejarle de su pasión por las dos ruedas, le dio alas para seguir adelante, para hacer podios y volver a ganar carrera. Para seguir codeándose como un ‘rookie’ en la pista en busca de la gloria.
20 años no es nada, Valentino, ya lo dice el tango. Y quedan otros 3 para que sigas luchando por tu sueño.Nosotros, los que amamos el motociclismo, sólo podemos darte las gracias por dejarnos soñar.