Terminó 2016. Es hora de hacer balance de un año intenso de emociones en el mundial de motociclismo. Sonrisas y lágrimas podría ser perfectamente el título de estos 366 días que no dejaron indiferente a casi nadie.
En los test de pretemporada fue Maverick Viñales quien despertó las ilusiones de muchos, especialmente de los seguidores de Suzuki, con ganas de ver a la marca japonesa en lo más alto del podio una vez más.
Fueron 12 pruebas de espera, pero en Silverstone llegó la anhelada victoria del piloto de Roses (ya fichado por Yamaha).
El nombre del español se sumaba a una lista ‘inédita’ hasta ahora en la categoría reina. Nunca 9 corredores distintos habían logrado cruzar la meta en primer lugar. Se rompía así el ‘monopolio’ de Márquez, Rossi, Lorenzo y Pedrosa (que sumó 25 puntos en San Marino).
Jack Miller inauguraba su marcador particular en la categoría reina en Le Mans. Tras él, Iannone, Crutchlow, Pedrosa y Dovizioso, el encargado de poner el broche de oro a la temporada de Ducati, que para 2017 tendrá en sus filas a Jorge Lorenzo.
Un inicio de temporada con la resaca de Sepang 2015
Qatar fue escenario del reencuentro tras la polémica de Sepang entre Rossi y Márquez, que terminó con Lorenzo ganando el título. Lejos de retornar la calma, la tensión creció cuando Yamaha renovó en primer lugar al italiano. Algo que cabreó tanto al balear que hizo que sucumbiera a la tentadora oferta de Ducati.
Entre tanto movimiento de filas, Márquez se puso las pilas. Objetivo: ganar el tercer Mundial de MotoGP. Y seis meses después, en Motegi, lo conseguía.
Los cuatro ceros de Rossi y la desconfianza de Lorenzo con la lluvia, que le llevó al límite en muchas ocasiones, hicieron que el de Cervera aumentara su ya amplio palmarés. Fue el año del ‘Give me five’.
Los españoles ganaron en Italia y el italiano lo hizo en Jerez y Montmeló. Victorias contundentes del nueve veces campeón del mundo, en plena forma a sus 37 años, y con amenaza de seguir dando guerra.
Lo que unió Salom, que no lo separe el hombre
Pero la verdadera herida, esa que se abrió en Malasia en 2015 y que parecía que no iba a cicatrizar, sólo se cerró cuando el 3 de junio, en Montmeló, una maldita caída terminaba con la vida del mallorquín Luis Salom. Dos días después, y con la conmoción que dejó su fallecimiento en todo el paddock, llegaba la imagen más esperada por todos los que de verdad aman este deporte, sin importar colores ni nacionalidades.
En el parque cerrado, y seguro que ante la atenta mirada de Salom desde el cielo, Márquez y Rossi se daban un apretón de manos con el que se terminaba uno de los capítulos más lamentables del motociclismo. Que lo que Salom ha unido, no lo vuelva a separar el hombre.
